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¡Manténganse inspirados! Carta a mis colaboradores

Hoy es un día particular, los nuevos retos hacen que deba asumir una mejor oportunidad.  En una semana ya no seré más su jefe inmediato y uno de ustedes me sucederá para que las cosas no se detengan y también para que adquieran la frescura que los cambios exigen.  Si bien estaré por aquí, seguro tendré menos tiempo de verles en territorio con la frecuencia que antes tenía.

Así que, para no hacerlo cuando ya no sean mis colaboradores directos, aprovecho la juventud de la noche para escribir unas líneas que seguro en grageas antes he soltado.  Consciente que algunos lo leerán de forma tardía, también entendido que algunos podrían no saberse aludidos por mi terco anonimato.

Primero, agradecerles por ser responsables de una buena cantidad de mis éxitos.  Por hacer caso a ideas veces descabelladas, veces ilusas, otras tan comunes como el obvio sentido común. También agradecerles por no hacerme caso cuando han considerado que mis iniciativas podrían ser refutadas, por haber innovado contra mi voluntad solo por la seguridad de saber lo que estaban haciendo con mayor propiedad.

Ya lo han dicho otros, pocas veces en estos procesos de desarrollo se obtienen tantos resultados con tan poco recurso.  Eso demuestra el talento que representa un equipo que nació de más de 300 técnicos contratados de manera temporal por menos de 150 dólares por mes, de donde salieron inicialmente 32, luego solo 16 y en la medida que la transferencia de la sostenibilidad exige llegaron a ser apenas 8. Pulirlos no fue responsabilidad mía, yo apenas tuve la idea, el resto se alcanzó su persistencia, disciplina y el carisma de tres mentores que formaron parte de su carácter, calor humano y conocimiento técnico.  Lo admito, algunos ya traían mucho de esto y no faltó quien en el camino no se dejó ayudar o le fue difícil continuar.  Gracias a los chicos por no dejar mujeres preñadas en el camino, a las chicas por no dejar muchos corazones rotos en los municipios.

Me siento honrado en ver el potencial que un día vi en sus ojos ahora convertido en herramientas con las que harán cosas más grandes que las nuestras, sobre todo con menos dolor.  Ahora saben qué de sus mentores no repetirían, pero también todo lo que replicarían a las cansadas porque es garantía de éxito, existan o no tecnologías de última punta.

Pese que no todo ha sido fácil, estamos de acuerdo que el conocimiento y la experiencia adquirida es invaluable.  Hay que explotarla porque hay muy pocos atajos para alcanzarla más que el tiempo natural de la prueba y el error y, el tino por por la oportunidad que con frecuencia no se repite de la misma manera.

Así que mis mensajes finales, no solo a los últimos 8 sino a todos los que pasaron por este proceso aunque por casualidad hallan llegado a este texto:

Hagan lo posible por no perder la inspiración en lo que hacen.

Como la primera vez que tuvieron una ficha catastral en su mano, con olor a tinta de imprenta todavía.  Como cuando vieron que la brújula movía los numeritos al revés, como cuando tocaron el GPS y se dieron cuenta que no era un MP3, cuando hicieron su primer rumbo en AutoCAD y una buena limpieza topológica en Microstation Geographics.  Justo así como el día que se enfrentaron por primera vez a un grupo de nuevos alumnos, a un alcalde recio, a una AK47 en la jungla de los que se oponían al catastro.  Impriman esa pasión en todo lo que hagan, con la rudeza de nivelar el trípode de la estación total, con la delicadeza de agarrar el cable de conexión –el que no dañaron, claro-.

No dejen de aspirar a ser un poco más grandes de lo que es quien les instruye.

Sepan valorar a quien les inspira, elogien las capacidades de los demás para ser grandes.  Apasiónense por aprender algo nuevo cada día, aun aquellas cosas sencillas que traen buenos resultados en esta vida; como la ortografía, la redacción, la buena caligrafía, el orden, la cercanía familiar, la lectura, el buen café.  Sobre todo el buen humor en formato UTM, auténtico como lo hacemos en la Zona 16 Norte.

Aspiren suficiente como para esforzarse por reunir los requisitos que esta vida exige.

 

Sepan valorar lo que tienen en casa, los hijos solo crecen una vez.

El estrés y la presión del tiempo no son excusa para dejar de hacer una llamada.  Una palmadita del jefe nunca devolverá una carcajada perdida en una noche de cine con la familia… aunque nos durmamos a la mitad de la película.  Alimenten el espíritu, díganle a las personas cuanto valen, si es necesario echar mano de lo cursi, háganlo porque el día de su muerte será lo que de ustedes recordarán.

 

Inspírense, aspiren, valoren.

Y si un día nos encontramos en un café, será bueno reírnos de esta vida que se va muy rápido.  El café sabrá siempre bueno, a concertación de valores en Nueva Frontera, con María ayudando a servir la comida.

Con afecto.  Don G!

Categories: Ocio / inspiracion
geofumadas: Editor de Geofumadas
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